Delitos de Sangre
Los delitos de sangre son algunas de las infracciones penales más graves del ordenamiento jurídico, al atentar directamente contra bienes jurídicos esenciales como la vida y la integridad física o psíquica de las personas. En este ámbito se incluyen el asesinato, el homicidio imprudente y las lesiones, cada uno con una tipificación, elementos y consecuencias penales propias.
Nuestro despacho cuenta con una amplia experiencia en la dirección técnica de este tipo de procedimientos, tanto desde la perspectiva de la defensa como de la acusación, también en causas de gran complejidad o repercusión social.
- Asesinatos: El asesinato es un delito contra la vida humana que consiste en matar a una persona de forma deliberada e intencionada, siempre que concurra alguna de las siguientes circunstancias: alevosía, ensañamiento, que se cometa por precio, recompensa o promesa, o que se realice para facilitar la comisión de otro delito o evitar su descubrimiento.
El delito de asesinato se regula en el artículo 139 del Código Penal. Es un delito doloso (no se puede cometer por imprudencia), de resultado (requiere la muerte de otra persona) y común (puede ser cometido por cualquier persona). - Homicidios imprudentes: El homicidio imprudente se produce cuando se causa la muerte de una persona sin intención de matar, pero como consecuencia de una conducta negligente, imprudente o descuidada. Este tipo de delito se recoge en el artículo 142 del Código Penal, y puede derivar de comportamientos cotidianos como una conducción temeraria, una mala praxis profesional o una infracción de normas de seguridad.
Es un delito imprudente, de resultado (requiere la producción de una muerte). Las penas varían según el grado de imprudencia y si concurren circunstancias agravantes, como la utilización de vehículo a motor o arma de fuego. - Lesiones: El delito de lesiones castiga a quien, por cualquier medio o procedimiento, cause a otra persona una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física o mental. La conducta debe producir un resultado objetivamente verificable (como una herida, fractura, daño interno o perjuicio psíquico), que normalmente requiere asistencia médica o tratamiento quirúrgico, sin perjuicio de las lesiones leves.
Este delito tiene una de las regulaciones más exhaustivas del Código Penal. Puede cometerse de forma dolosa o imprudente, y su gravedad dependerá del resultado producido, el medio empleado y la intención del autor. Existen formas agravadas cuando las lesiones afectan a órganos vitales, provocan mutilaciones, deformidades permanentes o se cometen sobre personas especialmente vulnerables.